lunes, 24 de abril de 2017

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Hijo mío, corren malos tiempos. Cuántos se están desviando del camino de la verdad porque no están arraigados en la fe y la oración.

Cuántos han vuelto a sus actitudes erróneas. Es necesario no desanimarse y no dejarse desanimar, sino confiar sin dudar nunca de la acción de Dios. Dios nunca les abandona. Siempre está a su lado para bendecirles.

El mundo corre el gran peligro de una terrible guerra. Reza incansablemente por la paz. Reza por los corazones que están siendo dominados por la mentira y el odio. Los que desprecian mis mensajes hieren terriblemente a mi Corazón Inmaculado. He venido del cielo para ayudarles, pero muchos de mis hijos no quieren abandonar sus actitudes equivocadas y luchar contra las obras santas de Dios.

No, hijos míos, no luchéis contra el Señor, sino contra el poder del infierno que quiere destruiros y haceros sufrir. Abrid vuestros corazones para ver la verdad y curaros de la ceguera espiritual.

Días dolorosos llegarán a la Amazonia y al mundo, y entonces muchos se arrepentirán y recordarán mis palabras y los mensajes de mi Madre pronunciados con tanto amor y preocupación.

Hablo por el bien de vosotros, hijos míos, os hablo porque quiero ayudaros a tener el deseo de ir al cielo, vuestro verdadero hogar.

Amad y perdonad. Vivid y obedeced los Mandamientos, poned en práctica las Santas Palabras de mi Divino Hijo, para que obtengáis la vida en abundancia, la vida eterna prometida.

Dios os habla y os llama, a través de mí: así que escuchad su llamada cambiando vuestras vidas.

En el momento del dolor y del sufrimiento muchos querrán ir a Itapiranga. No esperéis a que llegue el momento del dolor para convertiros y cambiar de vida. Este es el momento de aprender a ser buenos, de ser verdaderos testigos del amor y de las enseñanzas de mi Divino Hijo.

Las almas frías, sin fe y sin vida no agradan a mi Hijo, sino que le causan repugnancia. Permitidme que las caliente con la llama del amor de mi Corazón Inmaculado para que se preparen dignamente, siendo agradables a sus santos ojos. Os amo, hijos míos. ¡Os amo y os bendigo, dándoos la paz!