Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
lunes, 25 de diciembre de 2017
Día de Navidad.
El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial en el Rito Tridentino según Pío V. a través de Su voluntarioso, obediente y humilde instrumento e hija Ana.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hoy, 25 de diciembre de 2017, hemos celebrado con toda solemnidad una digna Santa Misa de Sacrificio en el Rito Tridentino. La iglesia de la casa estaba sumida en un mar de flores. Un maravilloso aroma emanaba del altar del sacrificio y también del altar de María. El altar de la Virgen María estaba completamente bañado en oro y también ricamente decorado con flores. En los cálices de las amarilis había perlas doradas y blancas.
Los ángeles entraban y salían Llevaban en las manos un estandarte con letras doradas con la inscripción «Gloria in excelsis Deo». Los ángeles flotaban sobre el altar de María. Cantaron este Gloria con voces suaves para no despertar al niño Jesús. Eran voces angelicales tiernas. El Niño Jesús estaba inmerso en un mar blanco de flores. La Virgen llevaba de nuevo un manto blanco con muchas estrellas doradas. La corona estaba abierta y engastada con diamantes. Los rayos eran rayos de gracia que iban al niño Jesús. Recibimos estas gracias en la primera Alta Santa Navidad.
El Padre Celestial hablará hoy: Yo, el Padre Celestial, hablo ahora y en este momento, a través de Mi dispuesto y humilde instrumento e hija Ana, que está totalmente en Mi Voluntad y repite sólo las palabras que vienen de Mí.
Amado pequeño rebaño, amados peregrinos y creyentes de cerca y de lejos y también vosotros, Mis amados seguidores. Seguid la estrella de Belén; ella os mostrará el camino verdadero, el camino de la verdad. Hoy os ha nacido el Salvador, el Redentor del mundo entero. Él es la salvación y también hará que todo vuelva a estar completo.
No dejará que Su Santa Iglesia perezca, por eso también el Gloria in excelsis Deo. A través de Jesús en el pesebre, la luz volverá a inundar este mundo oscuro. Sí, mis amados, el mundo se ha vuelto oscuro porque la incredulidad ha entrado en este mundo. El querido Jesús está ahí para devolver la luz a este mundo.
Vosotros, mis amados, os habéis preparado durante cuatro domingos de Adviento. Se ha hecho cada vez más brillante en vuestros corazones. Habéis encendido una vela tras otra. Ayer, en el cuarto domingo de Adviento, encendisteis la cuarta vela, es decir, la luz se hizo radiante. Pudisteis prepararos para la Noche Santísima. Esta Noche Santísima ha dejado fluir la luz radiante en vuestros corazones, es decir, habéis sacado fuerza en este mensaje gozoso, la fuerza para el tiempo venidero, también la fuerza para Mi amada hija Catalina. Sí, ella recibirá rayos de esperanza. Estos rayos de esperanza le darán también la fuerza para volver a tomar su cruz.
Es un regalo para vosotros, Mis amados, porque ella ya no tiene que pasar esta Navidad en este hospital psiquiátrico.
Como había prometido, Mis amados hijos, vuestra queridísima Madre les ha hecho un regalo. Ella los ha sacado de la institución cerrada. Muchos días de miedo precedieron a esta Noche Santísima. Pero habéis sobrevivido y lo habéis superado todo. No os habéis desesperado ni abatido en este difícil tiempo prenavideño. Una y otra vez habéis sacado nuevas fuerzas en una devoción de Adviento. Por tanto, no te angusties por lo que está por venir, porque todo se te dará cuando creas y confíes.
El amor se ha dado de nuevo en vuestros corazones esta noche, porque el Niño Jesús ha entrado en vuestros corazones y ha nacido de nuevo. Las puertas de vuestro corazón se han abierto de par en par. Llevaréis esta buena nueva de la Noche Santa y del primer día de Navidad. Allá donde vayáis, la luz brillará en vosotros, aunque no la sintáis. Pero los demás la reconocerán. Vuestros ojos brillarán porque vuestros corazones, en los que he hecho brillar la luz, pasarán a otros para darles también la fuerza de buscar y encontrar la verdad. Esta buena noticia llega a muchos corazones. Y esta luz que habéis recibido brillará.
El mensaje de Navidad se ha convertido en algo maravilloso para ti. Os lo he dado y lo habéis disfrutado. Todos los preparativos navideños y las actividades navideñas con la decoración de vuestras habitaciones, especialmente la maravillosa iglesia en casa, los habéis hecho y también gestionado, con muchas privaciones. Pero os he dado la fuerza para hacerlo. Por favor, no lo olvidéis. Porque no ha sido tu poder el que ha sido eficaz, sino que ha sido mi poder.
Si piensas siempre en Mi fuerza, te daré nuevas fuerzas para cada día que tengas que pasar. Os esperan muchas cosas, lo sabéis, Mis amados. Pero Yo estaré con vosotros. Yo dirigiré todo, pero, de forma muy diferente a lo que puedas imaginar, muy diferente.
Lleva hoy este mensaje a Mi amada Catalina, para que ella también disfrute un poco de este día. Este amor irradiará también en su corazón y le dará nuevas fuerzas para el tiempo futuro.
El amor del pequeño niño Jesús también irradiará en su corazón a través de vosotros, Mis amados.
Así os bendigo con la bendición de Navidad y con la bendición del pequeño niño Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Yo, el Padre Celestial, deseo que cumpláis de nuevo Mis planes y Mis deseos, pues Yo lo dirigiré y guiaré. Todo estará ordenado y no reconocerás nada en el futuro. Tomo el cetro firmemente en mi mano. Da gracias y llévate el alegre mensaje de este primer día de Navidad en tu corazón y transmítelo. Amén.
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