Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
lunes, 17 de abril de 2017
Lunes de Pascua.
El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial en el Rito Tridentino según Pío V. a través de Su voluntarioso, obediente y humilde instrumento e hija Ana.

Hoy, 17 de abril de 2017, hemos celebrado la segunda fiesta del Lunes de Pascua con una digna Santa Misa de Sacrificio en el Rito Tridentino según Pío V. El altar del sacrificio y también el altar de la Virgen María estaban decorados con ricos y hermosos adornos florales. El altar de María tenía rosas de diferentes colores, amarillo, blanco, rojo y naranja. La luz pascual se encendió de nuevo en el altar del sacrificio. Un gran rayo de gracia emanaba del tabernáculo y de la figura de Jesús Resucitado en el altar del sacrificio. Durante la santa misa del sacrificio, los ángeles y también los arcángeles entraban y salían. Cantaron el Kyrie y el Gloria en diferentes tonos. Un ambiente especialmente festivo se extendió en la iglesia de la casa en este Lunes de Pascua.
El Padre Celestial también hablará hoy: Yo, el Padre Celestial, hablaré hoy, y en este momento, a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está totalmente en Mi Voluntad y repite sólo las palabras que vienen de Mí.
Yo, el Padre Celestial, quiero impartir una bendición especial de gracia a vosotros que creéis. Dejad que esta alegría pascual irradie profundamente en vuestros corazones. Dará fruto y se transmitirá a muchas personas. Vuestros corazones están llenos de esta alegría y gracia pascuales. Mi Hijo Jesucristo ha resucitado y tú también resucitarás de entre los muertos. Esta confianza es cierta para vosotros. Pero dejad que la alegría de la Pascua perdure en vuestros corazones. Saltará a muchas personas que conozcáis. Así podréis transmitir la alegría de la Pascua. Aunque personalmente no puedas responder a esta felicitación pascual, esta alegría de Pascua pasa, porque Yo, el Padre Celestial, bendigo a los hombres.
Sí, fue Mi deseo que esta estatua de Mi Hijo, Jesucristo Resucitado, fuera colocada en la ventana de tu casa-iglesia, para que Mi Hijo Jesucristo pueda bendecir con el saludo de Pascua a muchas personas que pasen en coche por tu casa-iglesia, porque Él quiere dar también esta alegría de Pascua a muchos creyentes inmerecidamente. Día y noche esta cadena de luces en la ventana de la casa-iglesia arderá en el tiempo de Pascua, es decir, la luz de Pascua volverá a encenderse en los corazones.
Vosotros, Mis pequeños, habéis recibido esta luz pascual. Una profunda alegría ha entrado en vosotros. Estáis profundamente conmovidos interiormente por la luz pascual.
También vosotros habéis renovado la promesa del bautismo y habéis renunciado al mal. Ya no tiene poder sobre vosotros ni sobre vuestros corazones. El amor ha llegado y vosotros también os comunicaréis este amor. Sentiréis que la gracia ha fluido en vuestros corazones para poder recurrir a ella en el próximo tiempo. Entre vosotros os transmitiréis alegría y amor. No podréis evitar sentir gratitud.
Yo, el Padre Celestial, quiero mostraros esta gratitud por las muchas horas de expiación y los sacrificios que habéis hecho por los sacerdotes por Mi causa. Aún no están preparados para dar marcha atrás. Las persecuciones y el mal han sido repelidos por vosotros. No tiene poder sobre vosotros. El amor es esencial para vosotros.
La gente busca la verdad y no la encuentra en ninguna parte. Vosotros, mis pequeños, vivís y dais testimonio de esta verdad. Por eso también ha llegado a vosotros y a vuestros corazones la esperanza, esperanza que así transmitís.
Seguid adelante, pues vuestro camino hacia la santidad avanza. Todo lo que realizáis está emparejado con el Conocimiento Divino y vuestra vida cotidiana está conectada con lo Divino. Así es como debe ser. La alegría pascual divina no se desvanecerá, sino que florecerá. También irradia a través de los demás. Yo, el Padre Celestial, te he rociado con ella hoy, Lunes de Pascua. Por eso continúa esta bendición.
Cuánto amo a Mis cardenales y obispos y a las autoridades. Sí, la Iglesia católica está realmente devastada. Y sin embargo sigue adelante. Y un día la Nueva Iglesia se levantará en la gloria de las glorias. Aún no podéis imaginar cómo sucederá esto.
Pero estad seguros de que Yo, el Padre Celestial, dispondré todo según Mi plan y deseo. Estos, Mis deseos, no podéis comprenderlos. Darán fruto, gran fruto, y ocurrirán milagros de gracia y amor en ti y a través de ti.
Mi plan se hará realidad, porque ya he comenzado a preparar ésta, Mi intervención. Ya han sucedido muchas cosas que no has considerado. Pero son importantes. Presta atención a las señales del firmamento y también a lo que ocurre hoy en el mundo, los terremotos, las inundaciones, las epidemias y enfermedades especiales. Son signos de Mi intervención. Esta intervención es inminente para todos. Mis creyentes están protegidos.
Pero, ¿qué ocurre con los que no creen, que lanzan al viento Mis mensajes y advertencias, los desprecian y los rechazan? ¿Qué les ocurre? De nuevo tendrán destellos de inspiración y oportunidades, porque el Espíritu Santo les iluminará. Aún tienen la oportunidad de arrepentirse y confesar su verdadera fe. Aún pueden arrepentirse y confesar todo lo que hay en lo más profundo de su corazón. Todavía hay un tiempo de oportunidades renovadas para cambiar de vida y renunciar a lo mundano.
Muchos sacerdotes viven hoy no sólo en el mundo, sino con el mundo. Los placeres mundanos no están en Mi plan ni en Mi deseo. La alegría de la Pascua no ha penetrado en sus corazones. Rechazan sistemáticamente Mis mensajes y amonestaciones. Esto no corresponde a mis deseos. Sus deseos no son mis deseos, porque no se ajustan a Mí.
Los descarriados responden simplemente como excusa que no hay que creer en las revelaciones privadas. No se les impone por la fe, porque no es un dogma. Así siguen rechazando mi amor.
Cuánto añoro a mis hijos sacerdotes y suplico que se arrepientan. ¿Cuándo celebrarán por fin la Fiesta Sacrificial de Mi querido Hijo, que Él instituyó el Jueves Santo? Esta comida sacrificial es tan importante para toda la Iglesia y para todo el mundo.
Aún es tiempo, Mis hijos sacerdotes. Todavía os cortejo. Me he convertido en vuestro mendigo. Suplico vuestro amor. ¿Podéis comprenderlo? Mi anhelo por vuestros corazones crece cada día. Aún no estáis dispuestos a dar marcha atrás. Se debe a vuestra propia voluntad y es obstinada. Yo, el Dios Trino, me he sometido a vuestra voluntad. Podría intervenir de otro modo y podría facilitármelo, pero espero vuestros corazones dispuestos, vuestro contraamor, que no me mostráis hasta hoy.
¿Cuántas lágrimas he llorado por Mis hijos sacerdotes? ¿Cuántas lágrimas ha derramado vuestra queridísima Madre Celestial por vosotros? Hasta ahora ha estado suplicando sin descanso por mi trono y sufriendo por vosotros. Todavía no ha ocurrido nada. Y, sin embargo, os recordaré en el próximo tiempo que Yo, el Dios poderoso, intervengo e intervendré. Pondré señales por las que podáis reconocer que ya he intervenido, sólo que aún no lo sentís.
Sois indiferentes a mis acontecimientos. Pensáis que no hay Dios que os guíe y os dirija porque vosotros mismos sois los hacedores y nunca queréis depender de la divinidad. Qué poco habéis practicado la humildad. Yo, el gran Dios, estoy enfadado con vuestro orgullo.
Dicen que no existo. Esto es fácil y, además, no es necesario cambiar de vida. Se puede vivir y morir sin Dios. ¿Quién piensa hoy todavía en la muerte más allá de la muerte?
Te digo que llegará el juicio final y se te preguntará y juzgará por tu vida, aunque no quieras creerlo. Nadie morirá sin evitar el juicio final. Todas las personas se enfrentarán un día al último día de sus vidas y la lucha entre el bien y el mal será para todos. Dependes de Mí, el Creador del mundo entero y del universo. No puedes realizar nada en tu vida si Yo no lo deseo. Depende de Mi deseo y de Mi plan. El plan de todo ser humano es el amor, un amor que no puedes comprender. Pero dejad que os diga que, incluso antes de que nazca un hombre, mi plan ya está fijado para él. Tengo un plan de amor especial e individual para cada persona.
Cuánto os amo a cada uno de vosotros, si tan sólo quisierais comprenderlo. Pero vuestra mente está amurallada y caéis en el mal. Él tiene un juego fácil contigo en este tiempo increíble.
Cuánto necesito vuestro consuelo y la conversión de tantos sacerdotes. Vuestro Padre Celestial se ha hecho dependiente de vosotros, los humanos. ¿Os imagináis eso, el gran Dios y vosotros, gente pequeña? ¿Podéis comprender alguna vez cuán grande debe ser mi amor? Cuánto debo llorar por los muchos que se dejan llevar por el mal camino.
Vosotros, Mis queridos pequeños, seguís expiando y sacrificándoos por la conversión de los hijos de los sacerdotes. He podido disfrutar de vuestro consuelo en estos días de Pascua. Por ello os digo Mi especial agradecimiento, a vosotros que estáis dispuestos al sacrificio y a la expiación.
No os rindáis y vivid esta alegría pascual. Ella os impulsará hacia adelante.
Os amo y os bendigo ahora en la alegría de la Pascua y de la Trinidad con todos los ángeles y santos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Estad preparados para que este amor que fluye hacia vosotros siga viviendo en la esperanza.
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