Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania

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Breve biografía

Anne Mewis

Ana tuvo contacto inconscientemente con el cielo ya desde que era una niña de 6 años. Echaba mucho de menos a su querida Mamá, a quien el buen Dios se llevó consigo al cielo ya a la edad de 33 años, pocos días después de su nacimiento, el 20 de agosto de 1941.

Su tía, que la había acogido y criado como a su propia hija, encendió en ella la nostalgia de su madre en el cielo, y a menudo corría a su encuentro en el cementerio para confiarle sus penas y lágrimas. Siempre recibía una respuesta consoladora y lo contaba con alegría. En su corazón tenía la certeza de que había hablado con su mamá en el cielo.

Sus experiencias de aquella época fueron suprimidas por muchas influencias mundanas. Se casó y tuvo un hijo. Cuando surgieron problemas relacionados con una enfermedad grave e incurable, clamó al Padre Celestial en su angustia. De repente, en el cielo estrellado de la noche, vio una figura paterna en un brillante círculo de luz.

Le habló en un tono cariñoso y amable. Le dijo: "Eres mi hija amada. Te guardaré y te protegeré. Invócame a menudo, porque te escucharé'. Esto sucedió en 1983, y de repente aprendió de nuevo a rezar el rosario y cambió su vida por completo. La dirigió completamente a Dios y experimentó una transformación completa. Oía a menudo la dulce voz de la Virgen.

Sólo más tarde se consagró en el Movimiento de Schoenstatt a la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt en 1989 en la Alianza de Amor y en 1991 selló la Alianza de Amor profundizada.

En 1987, su enfermedad incurable se agravó tanto que buscó ayuda y la encontró rezando constantemente el Rosario. Una familia amorosa se enteró de su sufrimiento, la acogió y cuidó de ella día y noche hasta la Navidad de 1991, cuando se produjo el milagro de su completa recuperación, pues había ofrecido su vida al Niño Jesús en el pesebre.

En 1994, su primer gran encuentro con Cristo fue durante la Santa Comunión en su parroquia, María Reina de la Paz. Jesús le dijo lo siguiente en su corazón el 23 de enero, que ella no comprendió en aquel momento: "Hija mía, eres Mi instrumento voluntario. Te utilizo como quiero. Sé Mi instrumento por amor a Mí. Por amor quiero hacerte madurar. Quiero atraerte hacia Mí por gran amor a ti. Deja que ocurra a partir de ti. No hablas tú y actúas tú, sino que Yo hablo desde ti y actúo a través de ti".

Ella respondió: "Sí, Señor, úsame y déjame madurar hacia ti. Soy toda Tuya". Entonces Nuestra Señora habló en su corazón: "Deja que Yo te forme y te eduque, pues soy tu Madre Celestial y tú eres Mi instrumento y el de Mi Hijo. Te amo". Ella dijo: "Sí, Señor, Te doy gracias por la Madre Celestial. Ella es mi mayor tesoro en el camino hacia Ti".

Compartió esto con el sacerdote de su parroquia.

Luego siguieron otras breves intercesiones de Jesucristo durante la Santa Comunión. De este modo, Él la preparó para cosas mayores.

El 22 de julio de 2004, la golpeó como un rayo cuando durante la Exposición del Santísimo Sacramento del Altar en su parroquia, María Reina de la Paz, Jesús habló en voz alta a través de ella a las 5 personas presentes y se le apareció. El mensaje incluía: Conversión, Confesión, Sagrada Eucaristía, Rezo del Rosario y Adoración: 'Sirve, sé humilde y obediente, cree y confía', entre otras cosas, fueron Sus palabras. Jesús le había anunciado de antemano que iba a hablar, pero ella misma no tenía ni idea de cómo iba a suceder.

El 29 de julio de 2004 fue la siguiente aparición y Jesús pronunció Sus mensajes a través de Ana en voz alta durante la adoración al Santísimo Sacramento expuesto. Ella no pudo resistirlo.

En la iglesia vio a Jesús y a la Santísima Madre. A menudo lloraban amargas lágrimas de sangre. Jesús aparecía con una túnica penitencial marrón con una corona de espinas o como un rey con una túnica roja con una corona y un cetro. La Santísima Madre llevaba un manto azul claro cubierto de estrellas doradas, que extendía sobre todos nosotros. Jesús nunca aparecía sin Su Madre celestial. A veces se le permitía ver a la Santísima Trinidad.

Después, experimentó muchas hostilidades y calumnias, incluso por parte de algunos sacerdotes, hasta el punto de alejar a los fieles. Las tinieblas, la lejanía de Dios sin consuelos y los abandonos se alternaban con apariciones, intercesiones y alegrías.

Mientras tanto, Jesús le ha enviado un director espiritual comprensivo que cuida de ella de forma paternal y amorosa. Por ello está agradecida a todo el Cielo.

El Padre Celestial sobre la misión de Ana: "Ella tendrá estos mensajes hasta el final de Mi venida, porque se trata de la fundación de Mi "Nueva Iglesia". Y Mi mensajera Ana tiene esta misión. Ella ha prometido permanecerme fiel con su director espiritual y con su grupo especial, todos los cuales recorren el difícil camino de Mi Hijo hasta el monte Gólgota. Quieren ir con ella hasta la cima. Y Me obedecen en todos sus pasos". (29 de agosto de 2009)

"Y tú, Mi pequeña, tienes la tarea más grande: anunciar la Santa Eucaristía, a los sacerdotes, Mi Santa Cena Sacrificial, la Cena Sacrificial de Mi Hijo y el Santísimo Sacramento del Altar para la "Nueva Iglesia". Ésta es tu gran tarea". (29 de septiembre de 2009)

Ella, Mi mensajera, esparcirá Mis verdades por todo el mundo. Las gritará porque está convencida de Mi verdad y porque Yo la he elegido. Ella no podrá proclamar la verdad en su incapacidad, pero Yo mismo en ella proclamaré Mi verdad a través de Mi Internet, que he elegido para este fin. (...) Le he quitado el miedo humano, porque vivo en ella y sufro en ella. ¿Por qué sufro en ella, amados Míos? Porque hoy debo experimentar de nuevo este sufrimiento y contemplarlo de nuevo. Por eso he elegido a Mi pequeña, para que pueda sufrir en ella, para que ella también acepte de buen grado estos sufrimientos y sienta que Yo soy el único soberano también sobre su alma, que ella Me entrega de buen grado, porque Me ha rendido su voluntad y Me la ha dado de buen grado. Yo vivo en ella y obro en ella como quiere y desea la Omnipotencia Divina. (25 de enero de 2010)

Mi pequeña está haciendo cosas sobrehumanas en este momento y también sus ayudantes. ¿Crees que lo hace por sí misma? ¡No! Lo hace por Mi Iglesia, - por Mí, el Padre Celestial en la Trinidad, - por amor. Se entrega a este sufrimiento y se sacrifica y expía con su director espiritual, con su pequeño grupo. Me agrada, - este grupo, porque persevera mucho en la oración y se sacrifica y expía. No afloja en el amor, a pesar de muchas hostilidades y grandes sacrificios. (14 de febrero de 2010)

El Padre Celestial sobre la Misión de Ana

Ella tendrá estos mensajes hasta el final de Mi venida, porque se trata de la fundación de Mi nueva iglesia. Y esta misión tiene a Mi mensajera Ana. Ella ha prometido permanecerme fiel con su director espiritual y con su grupo especial, todos los cuales recorrerán el difícil camino de Mi Hijo hasta el monte Gólgota. Quieren ir con ella hasta la cima del mismo. Y Me obedecen en todos sus pasos. (29 de agosto de 2009)

Y tú, Mi pequeña, tienes la tarea más grande: anunciar la Santa Eucaristía, a los sacerdotes, Mi Santa Cena Sacrificial, la Cena Sacrificial de Mi Hijo y el Santísimo Sacramento del Altar para la nueva Iglesia. Ésta es vuestra gran tarea. (29 de septiembre de 2009)

Ella, Mi mensajera, esparcirá Mis verdades por todo el mundo. Las gritará porque está convencida de Mi verdad y porque Yo la he elegido. Ella no podrá proclamar la verdad en su incapacidad, pero Yo mismo en ella proclamaré Mi verdad a través de Mi Internet, que he elegido para este fin. (...) Le he quitado el miedo humano, porque vivo en ella y sufro en ella. ¿Por qué sufro en ella, amados Míos? Porque hoy debo experimentar de nuevo este sufrimiento y contemplarlo de nuevo. Por eso he elegido a Mi pequeña, para que pueda sufrir en ella, para que ella también acepte de buen grado estos sufrimientos y sienta que Yo soy el único soberano también sobre su alma, que ella Me entrega de buen grado, porque Me ha rendido su voluntad y Me la ha dado de buen grado. Yo vivo en ella y obro en ella como quiere y desea la Omnipotencia Divina. (25 de enero de 2010)

Mi pequeña está haciendo cosas sobrehumanas en este momento y también sus ayudantes. ¿Crees que lo hace por sí misma? ¡No! Lo hace por Mi Iglesia, - por Mí, el Padre Celestial en la Trinidad, - por amor. Se entrega a este sufrimiento y se sacrifica y expía con su director espiritual, con su pequeño grupo. Me agrada, - este grupo, porque persevera mucho en la oración y se sacrifica y expía. No afloja en el amor, a pesar de muchas hostilidades y grandes sacrificios. (14 de febrero de 2010)

Pequeña mía, recuerda que te espera una tarea que sacude la tierra: ¡que sacude la Tierra, que cambia el mundo! ¿Puedes comprenderlo? No, no puedes comprenderlo, por supuesto. Pero Yo, tu Padre amoroso, estoy ahí, estoy en tu corazón en Trinidad con Mi Hijo. Es Él quien sufre en ti. Él sufre angustia en tu corazón. Mi amada pequeña, como sabes, eres la continuación de Mi amada María Sieler, que ya está en Mi gloria. Invócala a menudo, pues ella te ayudará en este tiempo y en estos tormentos tuyos que debo darte una y otra vez, Mi amada pequeña. Pero crecerás más fuerte. Crecerás en el sacrificio, en la voluntad de tomarlo todo sobre ti, en el amor. (3 de abril de 2010)

Y esta obra sacerdotal, que va a nacer en la sucesión de Mi amada mensajera, que ya está en Mi gloria, María Sieler, se está fundando. Sí, es Mi verdad y no daré ni un pequeño paso atrás en esta verdad. Ha sido Mi deseo y voluntad durante mucho tiempo. Y tú, Mi mensajera, seguirás los pasos de Mi amada Maria Sieler. Podrás hacerlo porque se te apoyará, -no desde tu fuerza, porque eres una criatura débil, sino desde la fuerza divina. (5 de abril de 2010)

Y ahora comienza un nuevo tiempo, amados Míos, para aquellos que ahora todavía quieren cumplir en su totalidad la voluntad de Mi Hijo Jesucristo en la Trinidad. Pesados sufrimientos vendrán sobre Mi pequeña mensajera Ana, pues Yo, Jesucristo, tendré que sufrir los mayores sufrimientos, las mayores Horas del Olivar, en Mi mensajera. ¿Por qué, hijos Míos? Porque debo fundar la "Nueva Iglesia", ¡no quiero, sino que debo! Cuánto tiempo he esperado no tener que hacerlo. Pero ahora Mi decisión está tomada. Mi pequeña mensajera estará lista. Le he preguntado muchas veces y le he hecho saber que ella experimenta y sufre a través de Mis sufrimientos, si Yo mismo puedo sufrir en ella. Ella no Me ha dicho "no". (...) Yo obro y vivo en ti, y tú te entregas a Mí como alma de sacrificio, como alma de expiación especialmente para Mi jerarquía. (10 de abril de 2010)

He elegido a esta mensajera para Mí y la he ordenado desde la eternidad. La he hecho capaz de sufrir muchas enfermedades, muchos sufrimientos mentales y físicos. Ella Me ha dicho su "sí" pleno para que Yo pueda seguir sufriendo la Nueva Iglesia en ella. Cómo será esto y cómo tendrá lugar, sólo Mi Padre Celestial lo sabe, sólo Él. Él sigue esperando de ti, Mi pequeña mensajera, tu pleno "sí". (...)
¡Ella es una nada, es Mi nada y sigue siendo una nada! ¡Ella es Mi flor de sufrimiento y nada más! Yo la he elegido y ella cumplirá Mi voluntad. No podrá satisfacer sus deseos, ¡pero cumplirá los Míos! (11 de abril de 2010)

Sí, Mi pequeña, lo pasarás mal en este momento y también vosotros, Mi grupo. Tendréis que apoyar a Mi pequeña, lo cual no es fácil. Todo el abandono y la soledad que Mi Hijo tiene que sufrir de nuevo para la fundación de la "Nueva Iglesia", porque todo el clero ha abandonado a Mi Hijo. Por eso esta Iglesia está destruida. (13 de junio de 2010)

Mi pequeño amado está sufriendo por ti. El camino del sufrimiento ha comenzado de nuevo para ella, y el camino del sufrimiento es difícil. Sí, ella ha retomado la obra de la mística María Sieler. En ella, Jesucristo, Mi Hijo, querrá y tendrá que sufrir el nuevo sacerdocio. (7 de agosto de 2010)

Mi pequeña que proclama estas palabras está plenamente en la verdad del Cielo. Yo, el Padre Celestial, la he elegido desde la eternidad. Durante muchos años, con muchas enfermedades graves, fue preparada para esta gran tarea y misión para el mundo entero. Sí, es una misión mundial la que debe cumplir. Y está dispuesta a seguir renunciando a su voluntad y entregándola a Mí, el Padre Celestial en la Trinidad.

No es fácil para ti, Mi pequeña amada, soportar y sobrellevar estos sufrimientos. Muy enferma, a menudo te acuestas y estás postrada en cama y sufres. ¿Por qué sufres, hijita Mía? ¿Sufres por ti misma? ¡No! Entonces, ¿por quién sufres? Por los muchos hijos amados de los sacerdotes. Por los muchos obispos, especialmente en Alemania, por esos pastores principales que no están en la verdad y por Mi amado Santo Padre. (...)
Quiere recorrer este camino de sufrimiento una vez más en Mi hija lista y mensajera Ana. Sí, ella es la sucesora de la gran mística María Sieler. Hasta ahora esta mística era desconocida. Vosotros, Mis amados, podéis leer ahora en el libro ofrecido cuánto sufrimiento ha soportado y cuánto sufrimiento espera aún a Mi hija Ana. (4 de septiembre de 2010)

Dais testimonio de vuestro Padre Celestial en la Trinidad y de vuestra queridísima Madre que os acompaña. Das testimonio de los mensajes del Padre Celestial, pues sólo a ti, Mi amada hija, ha proclamado el Padre Celestial toda la verdad. Nunca habrá nadie que reciba estos mensajes directamente del Padre Celestial y sea tan audaz como para proclamarlos a todo el mundo. (7 de octubre de 2010)

Sin embargo, todo Mi deseo es que Mi Hijo Jesucristo sufra el "Nuevo Sacerdocio" y la "Nueva Iglesia", en ti, pequeña alma humana, a quien he elegido desde la eternidad, que te pones a Mi disposición en este sufrimiento. (7 de noviembre de 2010)

Mi pequeña amada, qué importante es para ti esta expiación aquí en Mi lugar de Wigratzbad. Cuánto tiempo he deseado esta expiación de ti día y noche. Y tú obedeces Mis palabras y sigues Mis deseos y prestas atención a Mi plan y no a tus deseos. Vuestros deseos son diferentes. Pues, ¿quién de vosotros, amados Míos, quiere sufrir, padecer en este mundo, voluntariamente y no por sí mismo, sino por los demás?
Tú, hijita Mía, Me has entregado tu voluntad y has dado esta voluntad a Mi Hijo. Él sufre en ti - Él mismo. Él sufre de nuevo el sufrimiento de la cruz. Y tú también sufres este sufrimiento en tu alma. Lo que esto significa, Mi pequeña amada, lo has tenido que experimentar a menudo cuando la agonía se hizo inconmensurablemente grande en ti. Entonces clamaste a Mí y te envié consuelo, aunque no lo sintieras. También te hice sentir Mi abandono. Así debe ser, Mi pequeña amada. Estás a salvo y segura en Mis manos. (21 de noviembre de 2010)

Soy Yo, Mis amados hijos, quien habla a través de este instrumento, Yo, el Padre Celestial. Tan poderosos son estos mensajes que Mi Pequeña da a Internet y tan importantes para el mundo entero. Pero cuántos sacerdotes, todo el clero, las autoridades, no obedecen estos mensajes. Un día, ante el juicio eterno, se les preguntará: "¿Por qué rechazasteis Mis mensajes en la Tierra? ¿Por qué? ¿Por qué caísteis? ¿No podíais haberlo hecho todo por Mí en la Tierra? Y no lo hicisteis. Ahora os juzgo". (27 de noviembre de 2010)

Mi amada hijita, sentiste que te quitaba tus dolores de expiación en el momento en que estabas preparada para recibir este mensaje. Sí, hijita Mía, eres Mi juguete porque estás a Mi disposición, Me perteneces y eres de Mi propiedad. Te has entregado por completo y a través de ti sufre Mi Hijo Jesucristo. Él sufre la nueva Iglesia en ti y el nuevo sacerdocio. Eres la sucesora de María Sieler, Mi mensajera, que te precedió en este sufrimiento de verdad y expiación. Recuerda siempre que es el sufrimiento de Mi Hijo Jesucristo en la Trinidad. Tu sufrimiento irá y vendrá como Yo deseo. Hoy sufres por una persona determinada. Sufre y estate disponible para Mí como antes. (5 de diciembre de 2010)

La agonía de Cristo

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo

en la tarde del 27 de marzo de 2004, mientras realizaba mi Vía Crucis diario solicitado por Nuestra Señora para este tiempo de Cuaresma, y mientras la visión prometida en la 12ª Estación del Vía Crucis también tenía lugar de nuevo en los terrenos exteriores de Schoenstatt en Armadale, W. Australia, ocurrió otra revelación de lo más extraordinaria que, de acuerdo con la petición de Nuestra Señora de que abriera mi corazón y mi alma a todos, me complace compartir con vosotros.

La escena que voy a describir es, y ciertamente fue, muy sorprendente y extremadamente dolorosa en el momento en que la vi y la sentí. En esta visión vi a nuestro Señor Jesucristo colgado y clavado en la cruz. Era como si hubiera hecho zoom, como una cámara puede hacer zoom en una foto, pero en este caso a un primer plano de la espalda de Jesús, donde podía ver claramente que sólo tenía retazos de piel en la espalda, donde con mucho la mayor parte de Su espalda consistía en carne expuesta, con multitud de cortes evidentemente profundos causados por la flagelación que tan cruel e injustamente había recibido. Y desde este punto de vista pude ver claramente que la madera de la cruz que estaba detrás de Su espalda estaba llena de mellas y nudos, y la superficie estaba completamente astillada como astillas de leña partidas por un hacha.

Todavía hechizado por lo que acababa de describir, vi entonces a Jesús hacer una mueca de dolor y Su espalda al mismo tiempo. De hecho, la carne abierta de Su espalda estaba magullada por la áspera superficie inacabada de la cruz. Y al mismo tiempo, pude oírle gritar en voz alta con una terrible voz penetrante y agonizante, mientras el dolor atravesaba Su Santo Cuerpo. Pero como si ver y oír esto no fuera lo bastante doloroso para mí, pude sentir realmente Su dolor mientras lo veía y lo oía.

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, no puedo ni siquiera tentativamente describiros adecuadamente el efecto que esta experiencia tuvo sobre mí en aquel momento, ahora mismo después del suceso, y estoy absolutamente seguro de que lo tendrá durante el resto de mi vida de ahora en adelante.

Esta aparición de ver y sentir realmente la agonía de Cristo duró, me pareció, horas, mientras veía y sentía la agonía de cada movimiento que hacía nuestro Señor, cada vez en un vano intento de adoptar una posición más cómoda o menos dolorosa. Con cada movimiento emitía un terrible grito de dolor atroz, un dolor tan atroz que era sencillamente incesante. Cuando movía la espalda, los clavos de las muñecas se rompían y, aparentemente de forma involuntaria, Sus manos apretadas se abrían, desde donde el dolor se disparaba simultáneamente por el brazo hasta los hombros y el cuello, desde allí por la columna vertebral, por las nalgas expuestas (estaba completamente desnudo en la cruz), con las que intentaba soportar el peso de Su Santo Cuerpo, hasta la ingle, luego por los muslos y las piernas, hasta que finalmente llegaban a los pies. Una vez que estos dolores punzantes llegaron a Sus pies, hicieron que Sus pies se retorcieran, lo que a su vez envió un dolor punzante e insoportable a Sus piernas a través de los clavos de Su pie. Y así, el proceso agonizante del dolor punzante continuó en dirección opuesta a la que había comenzado, con las sacudidas de Su espalda contra la madera cruda y astillada de la cruz.

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Todo el tiempo, mientras observaba esta agonía totalmente inhumana, podía sentir, al mismo tiempo que Mi Señor, nuestro Señor, cada movimiento agonizante a través de mi propio cuerpo, pero sin duda ni de lejos un dolor tan profundo e intenso como el que Él estaba soportando. Su Santísimo Rostro estaba completamente cubierto de Su Santa Sangre, con tantas heridas profundas, tanto a consecuencia de los golpes de la flagelación que había recibido, como por la forma cruel en que los soldados romanos debieron presionar la corona de espinas para hacerla penetrar en Su cráneo. Toda esta tremenda tortura hizo que Su Santísimo Rostro estuviera completamente retorcido y distorsionado por el dolor, y cuanto más gritaba esto, más se distorsionaba Su Rostro.

Gritaba muy fuerte para que el dolor disminuyera, pero cuanto más gritaba, más aumentaba el dolor y más abrasiones en la piel y heridas punzantes recibía en Su Santo Cuerpo a causa de los gritos. Entonces Su Sagrado Cuerpo se hundió momentáneamente de puro agotamiento por los gritos y el sufrimiento agonizante, con Su Sagrada Cabeza cayendo hacia delante sobre Su pecho manchado de sangre, y por un breve momento hubo una pausa en los gritos - pero sólo por un breve momento, porque entonces empezó a ahogarse, y al intentar respirar aire en Sus pulmones, empezó a ahogarse con mucosidad y sangre, lo que a su vez le hizo toser. Esto, a su vez, desencadenó una reacción en cadena de agonía, dolor y gritos renovados, pues la tos abrasó y perforó aún más Su Santo Cuerpo en la áspera superficie de la cruz de madera.

Mientras contemplaba esta tortura inhumana, sentí de nuevo todo el dolor por el que Él estaba pasando. Entonces, como si esta escena no fuera suficientemente horrible, vi a Nuestra Señora, que vio lo mismo que yo, mirándole. Y mientras Nuestro Señor gritaba, Ella también gritaba con Él en agonía y tormento, deseando quitarle el dolor tanto como lo hubiera deseado cualquier madre amorosa de la tierra cuando ella misma presenció semejante abominación con sus propios hijos. Entonces Nuestra Señora, todavía llorando, intentó alcanzar y tocar los pies de Nuestro Señor para aliviar el dolor. Y cuando Él vio esto, Su Santo Cuerpo se estremeció anticipando el dolor debido al contacto de la herida abierta por la mano de Su Madre. Y esto, a su vez, causó aún más heridas en Su espalda y aún más gritos de dolor. Este nuevo estallido de gritos y angustia causó a su vez a Nuestra Señora aún más dolor y llanto ante la total impotencia. Se encontraba en un estado de completa desesperación y Su corazón estaba completamente desgarrado por el dolor al sentirse completamente impotente al intentar quitar el dolor, la agonía y el sufrimiento a Su amado Hijo, Nuestro Señor. A su vez, a pesar de Su insoportable sufrimiento físico, Nuestro Señor estaba entonces completamente destrozado y consternado. Al ver la impotencia de Su amada Madre para ayudarle, Él también se sintió impotente para quitarle su dolor y su pena.

Esta escena, que he intentado describir con tanta precisión, con las insuficiencias de la lengua inglesa (alemana) para encontrar palabras que describan mis sentimientos y sensaciones, pareció durar horas, aunque en tiempo real y en realidad sólo duró unos minutos, dejándome completamente vacío física, emocional y, sobre todo, espiritualmente. Apenas podía levantarme del suelo en mi posición humildemente postrada ante la cruz, pues no sólo lloraba desconsoladamente, sino que me desgarraba todos los miembros como si me hubieran dado un golpe mortal.

Mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, esta experiencia, que se repetiría de nuevo al día siguiente en la 12ª Estación, fue tan real que si alguien pudiera ver y sentir lo que yo había pasado, y así darse cuenta también de lo que el pecado hace realmente a Nuestro Señor y luego a Nuestra Señora, entonces creo de verdad que todos nos lo pensaríamos mucho antes de volver a pecar. Aunque la Virgen no me lo haya dicho, al menos hasta ahora, estoy convencida de que esta experiencia sería sin duda una penitencia mucho más apropiada por mis pecados que cualquier forma de penitencia que me haya pedido antes cualquier sacerdote en el pasado.

Muchas gracias, mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, por permitirme compartir con vosotros esta experiencia tan extraordinaria. Y espero que os sea de ayuda a todos vosotros.

Te ruego, Madre Santísima, que quienes deseen leer o escuchar Tus mensajes los reciban con Tus bendiciones, y que sus corazones se llenen también de Tus gracias y de Tu amor.

Ana sigue expiando por la Iglesia y por el mundo.

Origen: www.anne-botschaften.de

Su Santidad el Papa Pablo VI ha confirmado el 14 de octubre de 1966 el Decreto de la Sagrada Congregación para la promulgación de la Fe(Acta Apostolicae Sedis nº 58/16del 29 de diciembre de 1966) que permite la publicación de escritos relativos a las manifestaciones sobrenaturales aunque estos escritos no estén aprobados por el "nihil obstat"de las Autoridades Eclesiásticas.

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