Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
lunes, 8 de julio de 2013
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber en Paderno, Italia

Antes de que llegara Nuestra Señora vi la luz que brillaba en el cielo y se acercaba rápidamente al lugar donde inmediatamente después apareció radiante dentro de aquella hermosa luz que envolvía a todos los que estábamos presentes en su aparición. La Virgen estaba seria y al mismo tiempo triste, con el Corazón ofendido porque somos desobedientes. Ella me dio el siguiente mensaje
¡Paz mis queridos hijos!
Yo, vuestra Madre Inmaculada, la Reina del Rosario y de la Paz y Rosa Mística, vengo a pediros oraciones por la Santa Iglesia y por todos los sacerdotes.
Dios desea la santidad en la vida de Sus ministros. Desea desprendimiento de las cosas del mundo y más oración por parte de los sacerdotes y de todas las personas consagradas. Hijos sacerdotes, decid no a las cosas del mundo y sí a las obras del cielo, a la oración, a una vida unida a Dios en la sencillez y la humildad.
Hijos míos, Dios desea de todos vosotros obediencia a las llamadas del cielo. Muchos son desobedientes porque siguen ofendiendo al Corazón de mi Hijo Jesús. Sed obedientes. Dios ya os ha concedido grandes gracias.
Recibid mis llamadas maternales y decidíos a seguir con amor el camino de la conversión y de la santidad. Rezad el rosario, oración poderosa que destruye el poder del infierno y os santifica cada día mediante los misterios de la redención.
Recordad, hijos míos, que sin Dios nunca podréis encontrar la paz y la felicidad. Entregad vuestros corazones a Jesús, y Él será el Todo en vuestras vidas, y os liberará de toda esclavitud al pecado, haciéndoos portadores de su paz a todos vuestros hermanos y hermanas.
Os agradezco vuestra presencia aquí esta noche, y os doy mi bendición maternal en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La Virgen rezó los Padrenuestros y las Glorias por el Santo Padre, por todos los obispos y sacerdotes y por la Santa Iglesia, así como por nosotros, para que tengamos un gran amor al rezar por ellos.
Rezad por el Santo Padre. Nadie como él llevará una pesada cruz, hasta el punto de ofrecer su propia vida por la Iglesia de mi Hijo Jesús.
Los que le rodean ya desean silenciarle cuanto antes. Pide a San José que proteja al Santo Padre, porque pronto verás que ocurren muchas cosas tristes dentro de la Iglesia, a causa de la desobediencia de muchos a sus llamadas y enseñanzas.
Rezad, rezad mucho, para que el bien triunfe sobre el mal. El demonio desea destruir a la Iglesia, pero yo y mi Esposo José la defenderemos contra los ataques de sus enemigos. La Iglesia hará derramar mucha sangre en la famosa plaza si mis hijos no escuchan mis llamamientos. ¡Despertad! ¡Despertad! Interceded y adorad. Se pueden evitar muchas cosas. ¡Rezad, rezad, rezad!
Mientras pronunciaba sus últimas palabras, empezó a elevarse lentamente hacia el cielo y fue desapareciendo en el firmamento, envuelta en aquella hermosa luz.
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