Mis queridos hijos,
Hoy es una fecha hermosa, querida para el Santísimo y Purísimo Corazón de Mi Madre María. Ella fue el reflejo de Dios en la tierra; era tan bella como una rosa en su máximo esplendor. Mi Madre encarnó la Sabiduría, y ciertamente la Santa Iglesia La venera así.
María era hermosa tal como puede serlo una mujer en Su apariencia física y moral, y superaba a todas las mujeres con Su aura permanente. Toda mujer desearía ser como Ella, no por Su belleza real, sino por la atracción respetuosa que irradiaba. Dios La había bendecido más para Sí mismo que para sí misma, y era de Él tanto por elección personal como por profundo olvido propio. Nada para sí misma, todo para Dios, hasta en los menores detalles de Su vida oculta.
Por supuesto, fue conocida durante la vida pública del Señor como la muy respetada Madre del Señor, y discretamente velaba por las necesidades diarias de Su vida errante y la de Sus apóstoles y discípulos, junto con otras mujeres en Su entorno.
Tan numerosos libros han hablado sobre las virtudes de Mi Madre, vistas desde un ángulo u otro, pues Ella era a la vez: fervorosa, orante, eficiente, presente, trabajadora incansable, discreta, siempre atenta y segura. Su personalidad era fuerte pero nunca molesta, siempre acogedora, y nadie se sentía fuera de lugar con Ella.
Ella fue la compañera de Dios en todas Sus tareas, a través de sus oraciones y su constante e incesante intercesión por todos aquellos que acudían a Ella, junto con Su divino Hijo, del cual no tenía secretos.
Mi Padre Celestial y Yo teníamos plena confianza en Ella, y nunca dejó pasar una oportunidad para deleitarnos con Sus altas virtudes y Su prudencia siempre efectiva. Al crearla, Dios le había dado toda Su confianza, y Ella nunca falló en corresponder a ella. Eva también recibió grandes dones espirituales, pero su caída fue aún más dolorosa porque cayó desde tan gran altura.
María no cayó; guardó las preciosas piedras que le habían sido confiadas correctamente y constantemente las multiplicaba. No llamaba la atención sobre sí misma, pero Su presencia tenía un profundo efecto en quienes estaban a su alrededor. Era infinitamente respetable y respetada, y nadie se habría atrevido a usar lenguaje inapropiado en Su presencia.
Su presencia elevaba cada conversación; no había bromas, y los intercambios eran armónicos y amables. Todos estaban siempre contentos con Ella, y cuando Se iba, dejaba detrás un bálsamo de energía y reconciliación.
Inmaculada en cuerpo y alma, no se imaginó a sí misma como diferente de las otras personas que la rodeaban porque Su caridad La llevaba, Su indulgencia y misericordia elevaban Su espíritu, y siempre estaba dispuesta a servir, ayudar, exonerar, entender y ser considerada.
Dios la amaba y Ella lo amaba, simplemente, naturalmente, sin ambigüedades. "Soy la servidora del Señor; hágase en mí según Su palabra." No hay resistencia en estas palabras, sino una confianza total independientemente de las consecuencias o dificultades.
María pregunta solo sobre su virginidad, que había consagrado al Altísimo, y luego, reconfortada, se deja llevar por la Providencia divina. Ella no tiene voluntad propia excepto para obedecer totalmente a Dios, Su Creador, quien tiene todo el derecho sobre Ella.
Hijos míos, imitad a Mi Madre, tan santa, cuyo ejemplo perfecto de sumisión a Dios y confianza incluso en lo que podría haber parecido un defecto ante los ojos de su futuro esposo, pero como la Providencia divina es omnipotente, Ella confió en Dios para resolver lo que podía ser malinterpretado. Dios tomó todo en sus manos y Sus planes no encontraron resistencia. Se formó la Sagrada Familia: Jesús, María, José!
Hijos míos, ved este modelo de familia perfecta donde la virtud era primordial y donde todo se desarrolló según el plan divino, sin conflictos, sin orgullo y sin voluntad propia.
María Inmaculada fue el centro de esta familia perfecta, entre el Niño Jesús y San José, asegurando la armonía, proporcionando para todas las necesidades domésticas e inspirando amor familiar.
Que todas las mujeres en la tierra sigan su ejemplo y recen a Ella porque, dadas al mundo por Jesucristo crucificado, Dios les dio Su Madre para ayudarlas a alcanzar el Cielo después de sus vidas terrenales, imitándola y siguiendo su ejemplo en cada momento de sus vidas.
v/ “Hoy es la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María,
R/ ”quien con Su pie virginal pisoteó la cabeza de la serpiente.
Sí, bendita eres Tú, María, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas en Ti y a través de Ti."(1)
Yo soy Dios y os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo †. Amén.
Tu Señor y tu Dios
(1) Primera Víspera de la Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María.
Fuente: ➥ SrBeghe.blog