Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania

 

sábado, 3 de junio de 2017

Cenáculo.

Nuestra Señora habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V. a través de su voluntaria, obediente y humilde instrumento e hija Ana.

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Nuestra Señora dice: Hoy, 3 de junio de 2017, primer sábado después del Viernes del Sagrado Corazón, el Cenáculo, habéis celebrado este día con toda reverencia en una Santa Misa de Sacrificio en el Rito Tridentino según Pío V.

Vuestra queridísima Madre, la Madre Celestial, fue sumergida en un mar de flores con treinta rosas de color rojo oscuro. Gracias, querida Gisela y seguidores, gracias por dar tanta alegría a vuestra queridísima Madre. Yo, la Santísima Madre, he puesto una lágrima en cada rosa. Estas lágrimas son una preciosidad para ti y para todos vosotros, Mis amados, porque tú también, querida Gisela, has estado enferma durante mucho tiempo y lo has sacrificado todo como expiación. Te doy las gracias por ello. Recuerda que perderás la enfermedad, ten un poco más de paciencia. Aún necesitas valor y resistencia.

Yo, tu queridísima Madre, te hablaré hoy, este día. Te hablo a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana. Ella ha grabado estas palabras, en un dispositivo de grabación y se asegurará de que este mensaje se ponga en Internet.

Amado pequeño rebaño, amados seguidores y amados peregrinos y creyentes de cerca y de lejos. Yo, vuestra queridísima Madre, os hablo hoy en la Fraternita, en la Sala de Pentecostés, a todos vosotros, Mis amados hijos de María, porque el Espíritu Santo vendrá sobre vosotros.

Quisiera hablaros de la impiedad de hoy, que desgraciadamente se ha producido en muchos países del mundo, especialmente en Alemania. Por eso lloro lágrimas, lágrimas de amor por mis queridos hijos sacerdotes, que aún hoy no están preparados para arrepentirse. Cada lágrima es preciosa para todos vosotros, lágrimas que fluyeron en Heroldsbach y también en Wigratzbad. Especialmente en Heroldsbach fuisteis despreciados y acusados a causa de vuestra oración y de Mis mensajes. Se os ha multado duramente por vuestra intensa oración, pues se os ha prohibido la entrada en vuestra casa sin motivo. Lo has aceptado de buen grado. También esta acusación y este juicio son preciosos para Mí. De este modo expías muchos pecados de tus enemigos.

Tú, Mi pequeña Katharina, has cargado sobre ti un pesado sufrimiento. Pero créeme, tu Madre Celestial está contigo. Ella conoce tu sufrimiento y tu expiación.

También tú, Mi pequeña Ana, acepta tu grave sufrimiento de las cuatro hernias discales. Es inimaginable para ti, porque no puedes comprender dónde está la causa. Tu Padre Celestial conoce todos tus sufrimientos. No te quejes, todo se arreglará con el tiempo. Pero de momento es una expiación, si el Padre Celestial así lo desea de ti. Y tú, mi pequeña Monika, también tienes sufrimientos expiatorios. Desde hace muchos años, sufres graves ataques de migraña y otras enfermedades y no puedes cambiarlo. Tú también asumirás de buen grado estos sufrimientos sin refunfuñar ni quejarte, pues se trata de expiación, especialmente en este Sábado de Expiación del Corazón de María. El jueves pasado venerasteis la Cruz del Césped en Meggen y, como cada mes, celebrasteis un servicio devocional que fue importante para muchos sacerdotes que estaban dispuestos a arrepentirse.

Todo el trabajo que has estado haciendo últimamente sólo puedes hacerlo con el Poder Divino, porque durante mucho tiempo te has sentido abrumado. Continúa por este difícil camino, el camino hacia el Gólgota. No te rendirás, porque vas más allá y aguantas hasta el final, hasta el final, donde Yo, tu amado Padre celestial, intervendré. Será muy diferente de lo que sospecháis.

Los presagios, amados Míos, ya han ocurrido, inundaciones, terremotos, rayos, granizadas, catástrofes, abortos en el vientre materno y otros asesinatos y muchas devastaciones en la Tierra. Todo ha ocurrido ya y son presagios de la pronta intervención del Padre Celestial.

Yo, como Madre queridísima, he querido apartar de vosotros estos presagios, estas graves catástrofes. Pero el Padre Celestial no estaba preparado, porque todavía necesita tu expiación, que entonces debes aceptar con gratitud, porque no te quejas ni refunfuñas por tus sufrimientos y por tu trabajo. Los aceptas con gratitud y piensas en Su misericordia, en Su misericordia, porque Él perdona a muchos sacerdotes sus graves ofensas mediante una confesión voluntaria, arrepentida y buena por amor. El Padre Celestial no es rencoroso, sino que mira el arrepentimiento y perdona en un momento, porque quiere salvar a cada persona de la condenación eterna.

Yo, la Madre Celestial, miro a los hijos de los sacerdotes y su arrepentimiento, para que no se hundan en el abismo eterno. Yo, como Madre Celestial, quiero salvar a cada sacerdote, porque cada sacerdote es importante.

El Padre Celestial está esperando que estos sacerdotes celebren por fin el Santo Sacrificio de la Misa en el Rito Tridentino, ya que sólo este Sacrificio de la Misa es verdadero y no debe cambiarse nunca, desde que fue canonizado en 1570.

Jesucristo, el Hijo de Dios, instituyó este Santo Sacrificio de la Misa para todos nosotros el Jueves Santo, por amor supremo a nosotros y a nuestra salvación, para dar a todos el poder divino. Sólo con este Poder divino podrás dominar tu vida para poder entrar una vez en las moradas eternas del cielo. Él, el Hijo de Dios en la Trinidad, quiere apoyarnos y fortalecernos en nuestra vida terrenal.

Mis amados, vuestra queridísima madre siempre cuida de vosotros para vuestra satisfacción y seguridad. Imploradle por ello en vuestra oración diaria.

Me habéis dado muchas oraciones al Padre Celestial y muchos rosarios para que los entregue al Padre Celestial por la salvación del mundo, porque Él responde a vuestras oraciones. Rezad, pues, constantemente. Todo será escuchado si está en la voluntad del Padre Celestial y ninguna oración va al vacío. Cada rosario es un tesoro. También un vía crucis, que reces, es precioso. No dejes de rezar, sacrificarte y expiar. Cualquier trabajo que te parezca demasiado es de gran importancia. Aunque a veces pienses que está más allá de tus fuerzas, acepta el trabajo tal como venga. Todo debe estar listo para el cielo y ser bueno, si no te quejas. Puedo ofrecérselo todo como un sacrificio. Lo que parece demasiado pesado para ti, el Padre Celestial lo acepta con gratitud. Apoyaos y animaos mutuamente. Así también avanzarás y no sucumbirás a los pensamientos inútiles, que te arrinconan y te hunden. Recuerda siempre que se te ama sin límites. A menudo no puedes comprender este amor, porque está relacionado con mucho sufrimiento y mucha paciencia y perseverancia. Allí donde no ves nada, a menudo se encuentran los mayores éxitos, porque lo haces por amor. El Padre Celestial te da crédito por ello. Acepta todo de Su mano, la mano de un padre amoroso.

Y así yo, tu queridísima Madre, te bendigo con todos los ángeles y santos de la Trinidad, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La fiesta de Pentecostés está a la vuelta de la esquina. Hoy habéis terminado la novena de Pentecostés y os habéis preparado para la venida del Espíritu Santo mañana. Quiero agradeceros todo el amor que habéis dado al cielo. Os apoyaré para que podáis perseverar hasta el final. Vosotros, Mis amados, sois preciosos para Mí y lo seguiréis siendo siempre, vosotros Mis amados hijos de María.

Orígenes:

➥ anne-botschaften.de

➥ AnneBotschaften.JimdoSite.com

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