Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
domingo, 22 de septiembre de 2013
Decimoctavo domingo después de Pentecostés.
El Padre Celestial habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina después del Papa Pío V en la capilla de la casa en Göttingen a través de Su instrumento e hija Ana.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Ya durante el Rosario de la Inmaculada y durante la Santa Misa Sacrificial, innumerables ángeles se trasladaron a la iglesia de la casa. El santo arcángel Miguel volvió a golpear con su espada en las cuatro direcciones del cielo y así mantuvo alejado de nosotros el mal. El altar de la Virgen María estaba bañado en una luz resplandeciente, al igual que el altar del sacrificio.
El Padre Celestial habla hoy: Yo, el Padre Celestial, hablo en este momento a través de Mi dispuesta, obediente y humilde instrumento e hija Ana, que está completamente en Mi Voluntad y habla sólo palabras que vienen de Mí.
Amados hijos, amado pequeño rebaño, amados seguidores y amados peregrinos de cerca y de lejos, la nave, la nave, Mis amados hijos, se ha vuelto frágil, sí, está destruida. La destrucción llegó a la nave desde todos los lados. Vosotros quisisteis detener la destrucción, y continuaréis haciéndolo a través de vuestra expiación, a través de vuestra oración y a través de vuestro ser en oración y en amor.
Hijos míos, cuánto esperáis la conversión del clero. Aún no están preparados para hacer su conversión. Escuchan Mis palabras. Realmente creen en ello, pero tendrían que cambiar, Mis queridos hijos. Pero realizar este cambio es imposible para ellos. Mucho ha sucedido en sus corazones en los últimos años. Quiero que vuelvan Mis sacerdotes. Os pido que sigáis estando a su lado con vuestra oración y con vuestra expiación, para que no caigan en el abismo, en el abismo eterno, donde habrá llanto y crujir de dientes.
Mis amados hijos, cuánto os amo a cada uno de vosotros. Me entristece quien no quiera creer. Puede creer porque mis palabras corresponden a la verdad. Si prestáis atención a las palabras de mis mensajes, sucederá algo en vuestros corazones, a saber, la conversión. ¿No creéis que podéis arrepentiros, Mis amados? Sí, es posible. El arrepentimiento, amados míos, es difícil. El hombre debe cambiar. Prácticamente no tiene que querer lo que hacía antes. Debe creer en Mis palabras. A menudo ni él mismo lo comprenderá, por qué no cree y por qué tienen lugar en su corazón muchas cosas que en realidad no quiere.
Mira los Siete Sacramentos Sólo están disponibles en la Iglesia Católica. Y, sin embargo, la fe católica es la más puesta en duda, también por los protestantes, de modo que hasta ahora el protestantismo y el ecumenismo ya se han introducido en la Iglesia, concretamente en la Iglesia católica.
El amor, Mis amados, es importante. Cuando tengo amor y lo llevo a cabo en la persona más cercana, doy un ejemplo, un ejemplo modelo. Quiero ser un modelo, un ejemplo para los demás. No quiero que mi fe sea invisible para los demás. La fe también es importante para mí. Debe hacerse fuerte. Crecerá a lo profundo y a lo ancho. Para eso estoy aquí.
Este nuevo libro, que ahora se entrega al mundo, que se puede pedir porque ya se ha publicado, este libro es muy importante para todos los sacerdotes. Por eso he querido ponerlo en sus manos, para que sepan exactamente lo que depende de ellos que no quieren creer, y sin embargo la fe está en ellos. A menudo no pueden comprenderse a sí mismos. Quieren transmitir la fe y, sin embargo, hacen lo incorrecto. Quieres decir que la mentira es la verdad. Todo en ellos se tuerce y esta torsión pronto se produce automáticamente.
Quiero que Mis sacerdotes crean y amen. Los tomaré en mis brazos y los conduciré de nuevo a Mí, el verdadero Dios Trino. Para ello Mi Hijo fue a la cruz, y Yo elegí a Mi Madre como Corredentora. La más bella, la más grande y la más santa es Ella en el cielo. Ella quiere guiarte. Acude a Su Corazón Inmaculado. Este Corazón Inmaculado triunfará sobre todos los obstáculos. Acude a tu Madre, vuélvete hacia Ella. Ella está a tu lado. No te dejará sola. No, ella está contigo. Abre las puertas de tu corazón. Ella quiere que os consagréis a Su Corazón Inmaculado. ¡Esto es importante! Os haréis uno con vuestro corazón. Una y otra vez os digo lo mismo: Consagraos a la Madre de las Gracias, la Intercesora, la Mediadora de Todas las Gracias y Corredentora.
Sí, Ella recorrió este camino de la cruz con dolor. Vosotros también sufriréis dolor. Si sois y queréis ser hijos de María, el dolor también estará en vosotros. Rendíos y aceptad el dolor. El dolor conduce a la salvación, porque sin cruz y sin dolor no hay salvación. Sois Mis hijos, Mis hijos paternos y al mismo tiempo también los hijos de María.
El Corazón de Mi Hijo y el Corazón de María son uno. Están fundidos en el amor. Por eso, tú también debes unir tu corazón con el corazón de tu madre. Coge a tu madre de la mano. Tu madre te tiende las manos. Quiere abrazarte y amarte, y quiere que sigas el camino de la cruz.
Esta semana es la semana del dolor. El 15 de septiembre celebrasteis la Fiesta de los Siete Dolores de Mi Madre. También vosotros lo habéis dado todo porque amáis a vuestra Madre y porque Ella os ama y os ha precedido y os seguirá precediendo en el sufrimiento y en el amor.
Por eso os bendigo con todos los ángeles y todos los santos, especialmente también hoy con el Esposo de Nuestra Señora, San José, San Padre Pío, San Miguel Arcángel y todos los demás santos de la Trinidad, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Serás amado desde la eternidad! ¡Permanece en este amor y hazte fuerte! El amor es lo más grande que tienes y podrás tener. Amén.
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