jueves, 16 de marzo de 2006

Mucha gente hoy en día sufre por sus hijos. Me gustaría tomar a estos niños de la mano para que las preocupaciones tuyas disminuyan. De hecho experimentarás este sufrimiento, pero convertiré los dolores en alegría, porque cuando Yo y la Santísima Trinidad moramos en tu corazón, experimentarás alegrías celestiales, y estas no se pueden comparar con las alegrías terrenales. El mundo, hija mía, parece diferente. Yace en lo impuro, en la inmoralidad.